El cuestionamiento a un Estado confesionalmente católico
Fuente: http://informa-tico.com/index.php?scc=articulo&edicion=20090922&ref=--00426Comenzaré indicando tres aspectos de la realidad religiosa nacional que conviene tener pre-sentes para examinar con sensatez la propuesta de eliminar de la Constitución el carácter de confesional, característica distintiva del Estado costarricense.
Miguel Picado, Pbro.
Comenzaré indicando tres aspectos de la realidad religiosa nacional que conviene tener pre-sentes para examinar con sensatez la propuesta de eliminar de la Constitución el carácter de confesional, característica distintiva del Estado costarricense.
- En Costa Rica existe amplia libertad religiosa. Esto es algo tan evidente que en la ciudad de San José hay abiertos al menos tres lugares de culto pentecostales por uno católico.
- El Estado desde hace varias décadas financia actividades de iglesias protestantes.
- Los evangélicos fundan partidos confesionales en abierta oposición a lo que declara el artículo 28 de la Constitución que prohíbe la propaganda política por clérigos o seglares in-vocando motivos de religión o valiéndose de creencias religiosas. Por años, el Tribunal Su-premo de Elecciones ha preferido no hacer nada y estos partidos eligen un diputado en cada elección. Pero si la Iglesia Católica fundara un partido confesional, ardería Troya.
Los tres puntos anteriores disminuyen la importancia de lo que pueda existir de privilegio en la Constitución a favor de la Iglesia Católica.
Para continuar con este esfuerzo de aclarar los términos de la controversia, es preciso inter-pretar bien la frase de Jesús: "Den al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios" (Mt 22,21). Evidentemente, no se puede poner a opinar al Nazareno como si fuera un filósofo mo-derno, pues la idea de una separación Iglesia-Estado, es asunto que cuaja a partir del siglo XVII. El sentido de la frase en el contexto en que vivió Jesús podría ser el siguiente: "Den al césar, es decir, al imperio romano, el tributo, pues, en la situación actual (la Palestina oprimida), ejerce un poder represivo incontrastable. Pero tributen a Dios lo que le pertenece: la solidaridad en-tre los pobres, la paz y el perdón de quienes entran en su Reino". No se olvide que es una frase que el Señor pronuncia para librarse de una trampa insidiosa.
Mucho se está discutiendo sobre el Estado laico, pero con poca precisión. Veamos tres signifi-cados:
1. Estado laico SE OPONE A CONFESIONAL en el sentido de que un Estado laico es lo contrario a un Estado que proclame una religión como propia.
2. Estado laico SE OPONE A CLERICAL refiriéndose en primer lugar a una clase dirigente profa-na en oposicióna una sacerdotal. Laicismo designa también una actitud de oposición a la in-tromisión del clero en política.
3. Estado laico SE OPONE A SACRO en el sentido de desligar por completo a la política (como actividad y pensamiento) de lo sagrado, de los principios religiosos, de las espiritualidades.
Cabe aclarar que los puntos 1 y 2 pueden ser objeto de relativización y acuerdos, no así el ter-cero, sobre todo si se recuerda que LO SAGRADO en la fe cristiana, aunque lo quieran olvidar los creyentes del neoliberalismo, religión laica por excelencia, es la solidaridad con los ham-brientos, sedientes, desnudos, enfermos y encarcelados (ver Mt 25, 31-45).
Se puede defender una sana separación, en tanto distinción de los órdenes, entre la Iglesia y el Estado. En realidad ya mucho de ello existe en el país. Pero es lícito evitar un indiferentismo religioso disfrazado de neutralidad confesional y de derechos humanos. Este indiferentismo equivale a retirar a las iglesias, y no sólo a la católica, de la esfera pública y reducirlas al ámbi-to de lo privado. Eso es lo que siempre han buscado los liberales.
Todos los estados centroamericanos expulsaron a la religión de la Constitución, desde el siglo XIX, excepto Costa Rica. Esa decisión favoreció cruentas dictaduras, masacres contra los des-poseídos, la burla a los Derechos Humanos. Costa Rica tiene el Estado más moderno y de-mocrático, en buena parte gracias a la participación de la Iglesia Católica, apoyada en su carác-ter de religión oficial. De ahí se desprenden dos conclusiones: laicismo no equivale a moderni-dad ni a democracia. Por el contrario, Estado confesional no significa atraso, salvo para la men-talidad liberal (y neoliberal), bien intencionada o no.
Detrás de la propuesta laicista se esconde el interés de debilitar no sólo a la Iglesia sino al pue-blo costarricense como tal. Escribe el señor Carlos Denton en La República el 9 de setiembre, con una claridad rayana en la desfachatez, que se le agradece por ilustrativa:
"Al ser la católica la oficial costarricense, el clero, y en especial la jerarquía, se siente con el derecho de pronunciarse sobre asuntos nacionales de todo tipo. La mayoría de las veces cuan-do se pronuncian, escogen temas que abarcan los valores morales en algún contexto lógico, tomando en cuenta quienes son ellos, pero también se involucran de vez en cuando en asuntos netamente políticos -una cárcel en Pococí, los sindicatos de los muelles de Limón, las acciones del presidente Oscar Arias, la minería a cielos abiertos, y el TLC. Como son "oficiales" se sienten con derecho de hacerlo.
Si dejan de ser "oficiales" se supone que siempre podrán declarar su posición los cleros católi-cos sobre asuntos de valores morales, y ser respetados por muchos cuando lo hagan, pero si intentaran involucrarse en temas netamente políticos, las autoridades gubernamentales pudie-ran amonestarles por su injerencia".
A confesión de parte, relevo de prueba. Queda claro, entonces, el interés de los laicistas que se dan cuenta de lo que quieren, no de los que se dejan utilizar: Que la Iglesia deje de ser oficial para que los clérigos no opinen sobre los graves problemas nacionales; que sea incapaz de defender a los guanacastecos despojados de su acceso al agua, de pronunciarse contra los atropellos ecológicos, que favorezca la libertad sindical, según Doctrina Social. Si triunfara la tesis de Carlos Denton, tarde o temprano sería eliminada la mención de los principios cristia-nos de justicia social que se hace en el artículo 74 de la Constitución, que procura una política permanente de solidaridad nacional.
El verdadero propósito de que la religión católica sea la del Estado, no es favorecer a la Iglesia, ni que la Iglesia favorezca las políticas del Gobierno, como lamentablemente lo han interpreta-do algunas veces varios representantes de ambas partes, sino favorecer al pueblo; que éste tenga un defensor oficial y autorizado, con fuerte arraigo en las conciencias. Ahora bien, esta tarea de vigilancia a favor de las mayorías, sobre todo las empobrecidas, bien puede la Iglesia Católica asumirla con mayor consecuencia, en los tiempos actuales, y compartirla con otras confesiones, porque arrecia la presencia de capitales transnacionales, algunos claros y otros de dudosa procedencia, todos aparentemente dispuestos a llevarse nuestra soberanía económica e imponerle otra cara a Costa Rica.
1 comentario:
La Iglesia Católica Romana es la que desempeñpa mejor el papel en Costa Rica, por su carácter de oficial, de guardián de la moral y de las clases desposeídas y del pronunciamiento ante situaciones de justicia social).
Su carácter de oficial es la herramienta para que esta tarea sea ejercida. El quitárselo es abrir el portón a las políticas neoliberales del país y a la violación de la soberanía por parte de intereses extranjeros (el de crucitas por ejemplo) que haría que la Iglesia no pueda intervenir en la defensa social. (siendo condenada por entrometerse en asuntos políticos que afectan el bien social).
El estado confesional en Costa Rica garantiza el respeto a la moral y los principios éticos de todos los costarricenses (católicos, protestantes u otros) impidiendo los intereses ocultos de algunos promotores del estado laico, como el aborto, la eutanasia y la unión homosexual.
El articulo de la constitución que desea ser reformado en ningún momento falta el respeto a las Iglesias protestantes u otras, pues dice:
“La Religión Católica, Apostólica, Romana, es la del Estado, el cual contribuye a su mantenimiento, -(esto significa que sirve de guardiana de los principios éticos, morales y de defensa social comunes a todos los costarricenses, de cualquier creencia religiosa)- sin impedir el libre ejercicio en la República de otros cultos que no se opongan a la moral universal ni a las buenas costumbres”
Art. 75 Constitución Política de Costa Rica
Este articulo no falta al respeto a ninguna otra iglesia protestante pues garantiza la libertad de cultos, y tampoco da privilegios a la Iglesia Católica de tipo doctrinales.
La oficialidad de la Iglesia Católica es la herramienta que la hace colaboradora en la defensa social y moral de los costarricenses.
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